En las imágenes de Clemente Bernad hay un sustrato que tiene, desde una incertidumbre inicial similar, una clara naturaleza ética. Son imágenes en las que siempre ocurre algo, y en las que el fotógrafo intenta descubrir o confirmar cuál es su propia posición ante lo que está captando y la validez moral de esa actitud.
Ya sea con los jornaleros en Andalucía, con los "rebeldes" en Chiapas, con los marginados en Madrid o de cualquier ciudad, con las mujeres saharauis o con los llamados "abertzales", el fotógrafo tiene la necesidad de estar allí, en su mundo, para intentar comprender siendo testigo directo.